La COPARMEX, sindicato de los
dueños de México
Sus directivos y asociados recetan fórmulas para que México progrese
y se desarrolle, mientras éstas no afecten sus intereses;
pretenden ser competitivos sacrificando a sus trabajadores.
Augusto Hugo Peña Delgadillo.
Juan Pablo Castañón, presidente de la COPARMEX, el sindicato cúpula de los empresarios mexicanos, ha dicho que en el año 2013 se espera que México se consolide en el mercado internacional y que con ese dinamismo haya mayor crecimiento del mercado interno para que el país se afiance y logre un desarrollo, como lo hubo antes con los gobiernos del PRI, en torno al 6% anual de crecimiento. No menciona que el crecimiento negativo en los dos fatídicos sexenios panistas, pudo sólo crecer, escasamente el 1.8%, y precarizó el poder adquisitivo del salario de los trabajadores, llevando al precipicio de la miseria a más de la mitad de los mexicanos. Tampoco mencionó qué fue lo que motivó ese desplome, cuando precisamente, la presión al gobierno, de los grandes empresarios ligados a las trasnacionales, fueron las causas; y menos mencionó que esos grandes empresarios no pagan los impuestos correspondientes debido a que se adueñaron de México, de la voluntad de Fox y de Calderón, y debido a las componendas entre esas clases, la empresarial, nacional y extranjera, y la política.
Castañón afirma que es posible enfrentar la desaceleración de la economía internacional, siempre y cuando se hagan las reformas que el país requiere. Se refiere a la laboral y la fiscal. Él y su patrón Claudio X. González que es el verdadero pistón de COPARMEX y representa a las trasnacionales en México, piensan como patrones y les vale un comino el bienestar de los trabajadores. La reforma laboral se dio en detrimento de los trabajadores. Se logró porque Fox y Calderón le vendieron su alma al diablo y traicionaron sus principios y los cánones de un buen gobierno, y que por ello se ensanchó, en estos doce malísimos años pasados, la brecha entre los ricos y la masa de pobres cuasi miserables, que componen el espectro de la clase trabajadora. La reforma fiscal, apunta en ese mismo sentido pero con otra cara, la de la competitividad en lo internacional, para después hacer crecer el mercado interno, consolidándolo para llevar bienestar a los pobres.
Nada es tan falso que eso. Los empresarios, ninguno, y menos los muy ricos, piensan siquiera en el bienestar de sus trabajadores, si así fuera ¿por qué los contratan por medio del outsourcing?... ¿Por qué pugnan porque el salario mínimo se estanque en el 30% del costo de la canasta básica?… ¿Por qué precarizan el empleo, provocando una disparidad social terrible y amén de ello, ni siquiera tienen la capacidad de crecer y darle empleo a los millones de mexicanos que tienen que ir allende el Bravo a buscar sustento para su prole, o quedarse aquí para vivir en la miseria y/o, en la delincuencia? Las reformas, la laboral y fiscal se han tenido que aceptar de parte del legislativo por sumisión al presidente y a los partidos PAN, PRI y Verde, lo que dicho sea de paso, los ricos los han comprado, y ellos han vendido al pueblo como si se tratase de ganado.
Lo vividor, genufléxico y carente de patriotismo de las clases política y empresarial nacionales, empujan hacia las reformas, no para que todo siga igual sino peor. Con el agravante que las reformas, todas, son anticonstitucionales. ¿Eso es ser empresario y eso es gobierno? No señores, eso es ser ineptos, ladrones, vividores y explotadores. Lo que hace falta, señores empresarios y señores que gobiernan, es que busquen otras formas de enriquecerse sin depredar a la sociedad en su conjunto; humanícense, sean decentes; trabajen, no roben y hagan lo justo para que el país no siga militarizándose, es un crimen de lesa patria, de lesa humanidad. Ustedes son culpables.
Culpables sí, e infortunados verdugos son, los grandes empresarios y no pocos políticos; lo que le hacen al pueblo se les revertirá. Ya en ellos… ya en sus hijos. Que no olviden a Luis XVI, a Danton, Antonieta y Robespierre, perdieron la cabeza por mera incontinencia en su afán de acumular riquezas y poder, y por inconsistentes ante una realidad que les rebasó. Que no olviden, que nunca falta para éstos, un Fouché o un Talleyrand, y en México, sobran de esos. O, ¿usted qué opina apreciable lector?
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